Aquí estoy junto a tu sepultura, Hermengarda,
para llorar tu pobre carne pura que ninguno de nosotros vio pudrirse.
Otros vendrían lúcidos y enlutados,
sin embargo yo vengo borracho, Hermengarda, yo vengo borracho.
Y si mañana encontraran la cruz de tu tumba tirada por el suelo
no fue la noche, Hermengarda, ni fue el viento.
Fui yo.
Quise amparar mi embriaguez en tu cruz,
y me arrastré en la tierra en que reposas
cubierta de margaritas, de todos modos triste.
Aquí estoy junto a tu tumba, Hermengarda,
para llorar nuestro amor de siempre.
No es la noche, Hermengarda, ni el viento.
Soy yo.
Lêdo Ivo