Un simple vestido de fiesta

Estamos retenidos en el interior de nosotros mismos, entre los muros de la voz oscura. Ya no hay ni libro ni lector. No hay más que uno mismo, encerrado en la oscuridad, aprisionado en el vacío. Pasamos por las páginas pero ya no se trata de leer. Se trata de otra cosa, no sabemos qué. Otra cosa. Uno lee como ama, uno entra en la lectura como se enamora: por esperanza, por impaciencia. Bajo el efecto de un deseo, bajo el invencible error de ese deseo: conciliar el sueño en un único cuerpo, tocar el silencio con una sola frase.

Christian Bobin

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