De este lado
llueve.
A estas horas
¿huele Saigón a tierra mojada?
¿es la humedad un mar cenizo sobre el río?
¿los grillos vituperan el silencio y la luna es una mancha aperlada?
Una mujer habita el cuerpo de su amante hasta la muerte.
Hay búhos salvajes
verbos que se repiten
sustantivos que se vuelven dinamita
la soga de un barco penetra el puerto
lejos
un salón con trajes de gala
un baile en piano
piernas incrustándose en otras piernas
agujas
el olor de las ciudades es el mismo
el lenguaje es un vestido primaveral en sus bordes
pero hay
un rostro que cayó encendido
y carruajes y formas
y fumaderos de opio
erosión en las tierras de una madre.
El buzón espera una carta
el olvido tiene forma de añicos.
El sexo es un mástil que también habrá de dormirse.
Yacen
dos cuerpos clavados en la cama.
Al otro lado, el ruido de la ciudad
triciclos
cláusulas sociales
luz de sol sobre las rejas.
Y en Saigón
¿las personas huelen a lo mismo?
¿hay descomposición en el tiempo?
¿el dinero es un escarnio que cambia de mano en mano?
Llueve
las hojas se pudren
hay lámparas de papel
los ídolos de los templos engullen sus lágrimas.
Los zancudos intentan penetrar los mosquiteros blancos de las camas
donde duermen muchachas desnudas.
Las aves nocturnas hacen temblar los árboles
y el horror chorrea en gotas.
Hay silencio en la casa grande,
el hermano hurga en los cajones.
Solo luz de las velas.
Un paraguas atravesó una hoja.
Los perros duermen su jauría.
Todos tenemos miedo.
En Saigón
como en todas partes
los cuerpos de las mujeres contienen a sus amantes
hasta la muerte.