Todavía no te olvido, ni a éstas horas en que nadie, cuando los lápices están tan quietos y la madeja de los días nos va descosiendo línea a línea lo claro de la cara. Todavía no te olvido y cuando no me preguntan y te pongo, otros quizá solo te recuerden como una concreción de piel y muslo. Para mí en cambio, eres el olvido que se queda, el hilo de jugar cuando la ciudad retiembla y se queda envuelta en ese silencio de cartón que nos arrastra.