– Leo libros policíacos.
Como si fuera la cosa más habitual, contesté en voz baja:
– Ya lo sé, le llevo los mismos a mi abuela cada domingo. Se los lee el lunes y espera durante el resto de los seis días.
– Vamos a sentarnos -dijo, y yo abrí camino, no hasta las estacas, me detuve en los escalones de madera.
– ¿A que curso vas? -pregunté-
– No malgastemos el tiempo con estupideces. ¿Tú por qué eres así?
Tratando de adivinar, contesté:
– Me gusta todo lo que está escrito, periódicos, listines. Me sé de memoria la lista de las raciones y los precios del bar. Leo de todo.
– Yo también, pero eso no explica por qué no estás con ellos. – Y miró hacia un grupillo que jugaba a la pelota en la arena.
– No sé estar con ellos, no me gustan sus juegos.
Por las tardes voy a nadar o a la playa de los pescadores a ver el arrastre de las redes. Conozco a un hombre que a veces me lleva a pescar en su barca. Sé remar un poco.
– Yo soy escritora.
Erri De Luca