Quedan pocos como nosotros. Estamos desperdigados como un puño de arena sobre avenida Insurgentes. Hemos envejecido bien pero lejos y a veces el miedo nos arrastra hasta las sólidas mañas del pasado. Los carriles son pequeños y siempre hay peligro de un percance pero de eso se trata, de eso mi querida Rita. De saltarse los semáforos a medianoche jugándole al vergas, de respirar ese aire mudo de los tabacos, de agarrarte la pierna bien fuerte por si nos morimos bien muertos en un arranque de esos. Mira nomás como andamos, oliendo a ciudad triste todo el día, armando trucos con las manos que nos den de comer, recogiendo cigarros a medio deshacer que algún otro nervioso dejó para nosotros sin saberlo. Mira nomás como vivimos Marianita, sucumbiendo al dolor entre parques y cafés, corriendo detrás del espanto espumoso de las horas para no quedarnos atrás.