
Qué gran decepción. esperaba ver entrar remolinos helados de nieve polvo por la puerta de la librería, esperaba pasar el día viendo el viento y el hielo azotar los cristales y rescatar del suelo algún insensato y hacerle entrar para refugiarse del torbellino, y darle una taza de café y curarle la brecha recién abierta en su frente gracias al resbalón en el hielo de la calle. esperaba quedarme atrapada aquí, sola, con mis libros, toda la noche, a oscuras, viendo nevar mientras para entrar en calor, quemaba algunos ejemplares implorantes llamados a salvar la vida sin valor de esta misántropa.