Un aleteo deja ese ruido que a veces escucho como miedo. Recuerdo las alas mecánicas pegadas a una pared de algún museo, el sonido de la desesperación de volar en dirección a enterrar la cara en las piedras. Fundirse en la parálisis. Y más nos vale encontrar esa fórmula personal de ligera alegría con pianos de fondo. Más nos vale mirarnos los ojos y atestiguar la vida del otro. Más nos vale amar.