Junto a una ventana había una mesa desde la que se podía ver en tres direcciones. Cara al sur había un catalejo de treinta aumentos; frente a las instalaciones del puerto por el este había unos prismáticos de quince aumentos y en la esquina del sudeste, para las señales nocturnas, se hallaba un transmisor óptico de un kilovatio. Completaban la instalación dos teléfonos sobre la mesa de la esquina del sudoeste, una estantería, mapas, banderas de señales ordenadas en altas repisas y en la esquina del noroeste una cocina, un armario y un catre. Frente a la ventana del este se alzaba una torre de acero, sustentadora de cables eléctricos. Sus aislantes de porcelana reflejaban el color de las nubes. Los cables descendían hasta la playa, en donde los sostenía una segunda torre. Después giraban hacia el nordeste para llegar a una tercera torre y luego, por la costa sobre torres plateadas cada vez más diminutas, alcanzaban el puerto de Shimizu. Desde este lugar la tercera torre constituía un excelente jalón. Cuando un barco penetraba en el puerto y cruzaba la tercera torre uno sabía que se aproximaba a la dársena 3-G, en donde se hallaban los muelles.
Mishima