Tokio

(una voz/ no temas la propagación
el desplazamiento de la corteza terrestre
solo ocurre en geografías mentales)

14:46

una ciudad amamantada por la luz, un archipiélago, la
adquisición de mi lenguaje aún en ciernes.

la acústica de los elementos presagia una catástrofe.

madre,
mira al mundo estremecerse.
mira mi columna vertebral, su curvatura, tú que aún
conservas el significado de mi infancia entenderás esto:

la brutalidad me descubrió sin instrumentos. me hice
al exilio sin más asidero que el pavor, como si con eso
pudieran prevenirse los desastres.

a esta hora, las aves más hermosas son las más desorientadas.
a esta hora, las yeguas se pasean de un lugar a otro, se
miran los costados, sudan. no quieren parir. quietísimas
las más desesperadas: cuello uterino dilatado, contracción
involuntaria. ¿nada puede protegerlas del miedo? por la
vagina expulsan agua. los miembros del potro hacen su
primera aparición, los hombros, la cabeza, y una vez que
entra en la vida, lo hace para caer de nuevo al suelo.

bajo este escenario, yo soy una zona de derrumbes. ¿madre,
puedes verme? nadie supo decirnos lo que era en realidad
la lejanía. esta alteración, el sobresalto, todas las alarmas
y un vaivén, un balanceo tan feroz, tan inhumano. debo
abandonar la casa, reunirme con las otras mujeres, las he
visto salir con sus hijos en los brazos. ahora sé que no hay
embestida más violenta contra el cuerpo que una isla.

muy cerca de nosotras, el aceite penetra en la bahía. reconocemos
el olor de los incendios. las manos juntas, el rostro
como quien finge una serenidad.

alguien dice:

.el invierno no es una estación propicia para morir. nos elevaríamos
al cielo desordenando la caída de la nieve. habría que plantar
un bosque en otro bosque.

quietud. corteza de magnolios. humo blanco. el arroz se
ha quedado esparcido en pequeñas mesas familiares. frente
a una ciudad a oscuras, solo queda olvidarse de los ojos.
detener los trenes. buscar un sitio cálido donde dormir.
avanzamos con las cabezas cubiertas y el asombro y la
duda. podría pensarse que vamos enlazados, cogidos de
las manos. podría pensarse que no temen la desaparición.
jishin, me digo, terremoto. las noticias dicen nueve. magnitud.
lo poderoso y lo devastador. todavía no he rozado la orilla
del espanto, estoy escuchando las estrellas:

el corazón de tokio es una cuna y mi mano accidentada lo mece.

Daniela Camacho / Tokio

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