Radio Morir

Uno no es la hora en que nace
ni la ciudad en que habita
ni los nombres que nos suponen.

Uno apenas es el margen descosido de los tabiques
la pileta aquietada del patio
los niños que descorren el día
que transamos con las manos.

Uno apenas es distinto de una piedra
de una mano disparando consuelo
de una pluma saliéndose de los márgenes
digo yo
nos fijamos demasiado en el polvo
y nada en el chapoteo de las luciérnagas

Adentro en los barrios de nuestras mugres
habrá que despedirnos de los años
muriéndonos en la astucia de querer vernos
aunque sea solo en cartas.

Un niño mira la ventana de un vagón del metro y ve en ella el reflejo de hombres y mujeres derrumbados, de cuerpos en pie atravesando con sus manos y sus caras endurecidas la ciudad. Y mira cómo la ciudad los atraviesa a ellos. Y eso es lo primero que recuerda en su vida.

Luego recuerda adolescencias calladas, el olor de la mugre y a su madre cantando boleros.

También recuerda volver muchos años después como un hombre hecho en el dolor y la furia.

La ciudad atraviesa nuestros recuerdos cada que la miramos a través de una ventana en movimiento.

Un paseo por la parte ensombrecida del mundo.

Abuso policial, violencia, vaqueros idiotas que son asaltados, resistencia civil entre rascacielos, suicidas veloces, punks reventando al sistema, niños que aprenden a contar robando, ratas con traje y humanos rotos derrotados rogando por amor.

Son tiempos oscuros, escucha atento a las sirenas.

La danza es poesía silenciosa donde cada movimiento es una palabra, decía Pina Bausch.

Sabemos que Sócrates aprendió a bailar a los 70 años y que desde entonces lo hacía cada mañana.

Sabemos que el mundo está al borde del vacío y que usted está en el encierro mirando por la ventana cómo la muerte merodea por toda la ciudad.

Pero la muerte también tiene pies, así que celebremos la vida que nos queda y bailemos con ella. Sea cómo Sócrates, hable como Pina o baile como quiera pero no sea vaquetón y saque la yerbita, las tachas y las patas; déjese ir.

Si nos va a llevar la chingada que sea bailando.

Unos viven en casas que son como las mareas. Otros caminan drogos y borrachos con la tristeza y la suerte en la mano. Casi ninguno tiene amigos y los que los tienen prefieren hablar en silencio con ellos o verlos hacer milagros. Hay otros que en su confusión no se encuentran las suturas de las viejas heridas y otros que son vagabundos que huyen mientras piden ser buscados.

Aunque son tiempos oscuros en la Ciudad de los Pobres Corazones aquí habitan y brillan los Pájaros Solitarios.

La ciudad se va desmoronando en si misma. Unos miran a través de la ventana y fuman y sueñan que se vuelven pájaros ebrios. Otros son osos que suben por los caños en las horas de silencio. Esta ciudad parece escrita por niños vagabundos que duermen en las azoteas y los vagones del metro. Hay perros amores que fueron un rock en vivo pero que nunca se llevaron nuestra tristeza.

Sea usted bienvenido a esta permanente Ciudad Desierta.

Un androide triste porque su novia se larga a China y lo deja, sale a divertirse para intentar olvidarla. Llega a un antro justo cuando el Sr Coconut y su Conjunto inician la fiesta. Se entusiasma cuando Tom Waits lo invita a volar, patear y gritar. Completamente drogado, recuerda a Bertrand Rusell hablando sobre el futuro y desata su cibercuerpo con el techno pop soviético de U.R.A.N. y con el rock de los Stooges.

Pero la depresión empieza a invadirlo y sale a fumar.

Vuelva a la fiesta pero después de una guaracha y un son no puede más, así que se larga y camina sin rumbo por la ciudad. A partir de ahí todo es una espiral de tristeza y autodestrucción que lo llevan al dramático final de su existencia electrónica.

En esta sesión hasta los tomates Del Fuerte® mueren con decoro.

López Portillo y Los Pellejos perdiendo al país, al mundo y a nenas que Cortázar mira en álbumes de fotos mientras Charlie Parker toca mirándolos a todos.

Art Pepper desangrándose tristísimo y loco por su hija perdida.

Nina Simone bailando frente a hombres que pierden el peinado hasta que se peinan con Glostora®.

Boxeadores que pierden sus peleas y lo pierden todo.

Prevéngase y compre un peso de Mejoral® para niños.